lunes, 27 de mayo de 2013

La ultima copa...

Podría parecer por el título del post que vamos a hablar de aquello de... "Tomamos la última copa y nos vamos"... Pues no. Demasiado clásico.

Voy a contaros una breve historia.

Esta copa que veis aquí, con el vidrio quebrado es ella: la última copa.



Llegó a mi casa junto a sus cinco hermanas. Hace tanto tiempo de eso... Soy un gran bebedor de vino. Exageraría si os dijese que el vino es a mí como la sal al mar...

Ya os había dicho que iba a exagerar.

Todas fueron cayendo como moscas. No soportaron el ritmo frenético al que las sometía a diario. Pero ella no. Ella fué la última. La que quedó. Y de verdad que me sorprendió. No esperaba de ella más que de las otras, pero quizá por orgullo, por obstinación o porque sabía que era la última decidió quedarse más tiempo conmigo.

Años.

Y así estuvimos. Viéndonos todos los días al anochecer a veces. Ya entrada la noche, la mayoría de ellas. Compartimos días de lluvia en las noches frías de invierno y calurosas noches de verano. Ella siempre estaba ahí, haciéndome compañía, compartiendo mis más secretos pensamientos...

Pero hace unos días se fue.

Y se fue con la cabeza bien alta. Mientras la retocaba para quitarle los restos de un Maduresa 2008. No podía ser menos.

Quiza se enamoró del grifo. Tan esbelto él. Tan erguido. Tan orgulloso. Tan reluciente. Se veían a diario. Desde hacía años.

Quiza, por eso, decidió besarlo. Fué un beso letal. O quizá fuí yo el que la empujó a hacerlo. Qué más da. La cuestión es que fué el primer y último beso.

Fin de la historia.

He probado con otras copas, pero no es igual. Parece como si la estuviese engañando. Supongo que al final me acostumbraré a estar sin ella. Por eso le hago este pequeño homenaje, para que no caiga en el olvido.

Hasta nunca.

Para mí siempre serás la última.

La última copa.







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