domingo, 19 de mayo de 2013

¿La sepia es pescado?

No pintaba bien la tarde del sábado de ayer para salir esa misma noche... Nublada y con un viento más que fresco para tratarse de finales de mayo...



Pero un buen simekiero debe responder ante la llamada de un compañero cuando se le requiere, así que, ya cerrada la noche, tres de los cinco simekieros empezaron la enésima aventura nocturna en la cuna que los vió nacer: Xàtiva, esa preciosa ciudad donde el simekiero se mueve como pez en el agua... Y de peces va la cosa, pero de eso hablaremos después.

Y, de esa manera, empezó el cerveceo en el "Jardín del Beso"... lugar de encuentro de los simekieros desde hace unos meses. Curioso local. Curioso ambiente. Me gusta.


Y así, con las cervezas, como siempre, empieza el breve debate sobre el restaurante al que ir a cenar. Y digo breve porque ni siquiera es debate... porque desde hace años el simekiero va a lo seguro, a lo que no falla... Pero no sé por qué curiosa razón, por qué capricho del destino ayer se decidió, entre trago y trago, ir a la aventura. Sí. A la aventura. Se decidió ir a cenar a un restaurante nuevo, del que poco o nada sabíamos. Así que, tras apurar el dorado brebaje, nos hicimos a la calle en busca del desconocido lugar...

Y así nos fué...

Nos atendió el dueño del local y en la segunda frase ya sabíamos que esa noche la cena iba a ser diferente....

- "Buenas noches. No tengo nada de carne."  Ala, así, a trapo. "El que me suministraba echó la persiana el jueves sin avisar y no tengo nada. Eso sí, tengo pescado"

El simekiero es de carne. Por lo menos un sábado noche. Carne de la buena, de calidad, a la plancha, al punto, sin salsas (creo que esto sobra decirlo, pero por si acaso) y vino. Carne y vino, y jamón ibérico, y queso curado, y... ¿Tan difícil resulta? Pues anoche sí.

Dicho esto, y tras el breve silencio producido por la andanada a la línea de flotación que nos lanza el dueño del local, preguntamos qué tiene de pescado.

- "Sepia. Tengo sepia"

Tocado y hundido.

Y llegados a este punto, yo me pregunto, veinticuatro horas después, si la sepia es pescado. En todo caso sería "pescada". Porque si en un restaurante pedimos pez nos miran raro. Porque el pez sigue en el agua. Porque pescado es el pasado de pez. No hay más. Por eso tenemos que pedirlo pescado. Por ese motivo la sepia no puede ser pescado. Porque se trata de ella, de la sepia, no de él, el pez. Pero esta es otra historia que merece un post aparte.

A lo que íbamos.

Otro breve silencio en la mesa.

Nos miramos.

Miramos al sujeto, ahí de pie, tan tranquilo.

Como si no pasara nada.

Nos volvemos a mirar.

Y al final, y menos mal... el más avispado de los tres, como quitando hierro al asunto dice:

"Cenaremos de picoteo"

Bien, obviaré la cena y me centraré en el vino. Gracias señor. Gracias por "arreglar" una cena que se presentaba desastrosa con este buen caldo:


Y sí.. Lo que se ve al lado son unas bravas. Bravas a secas. Pero he dicho que no iba a hablar de la cena.

Qué buen vino. Qué placer para el paladar. Con un vino así, que me saquen lo que quieran para cenar, que yo ya me encargo de centrarme en lo que me interesa.

Ya cenados, queda el 20 % de la noche. Las copas.

Así que nos dirigimos a la zona cero. La plaça del Mercat de Xàtiva. No sin antes recorrer algunas de sus calles. Qué bonita es esta ciudad. Cómo me gusta. La veo cada noche como si fuera la primera vez que la veo. Preciosa.





Primera parada: El Minibar. En una de las calles que accede a la Plaça del Mercat. Tan pequeño como recomendable. Pedir un gin tonic en la barra es misión casi imposible, pero merece la pena. Conozco pocos sitios en los que mimen las copas. Aquí lo hacen. Y cuando digo que las miman, no me refiero a que las soben, me refiero a que sepan preparalas. Simplemente eso.

Pedimos tres gin tonics de "Brockmans", por supuesto. De chica, dicen algunos. Quizá por su suavidad y su menor graduación. Y tienen el detalle de poner los frutos rojos en un pincho fuera de la bebida. Para que cada cual escoja si zambullirlos o ponerlos a calzar alguna mesa coja. Ese detalle dice mucho. Ante todo, libertad de bebercio, que para eso pagamos los 9 euros que cuesta cada uno, oiga.


Ya lo dicen las paredes del local...



¿Y a mí? ¿Quien me salva a mi?

Pero a lo que vamos:

Segunda parada: El Café del Mercat. La definitiva.

Así es como cree que entra el simekiero en el local tras las cervezas, el vino, los chupitos, y los primeros gin tonics....



Criatura.

En realidad es así como entra....



Como dando zarpazos al inminente pedal que se le echa encima. Eso sí, pedal, pero de calidad, oiga. Que las cosas bien hechas siempre están bien hechas. Como las pirámides.

El Café del Mercat.



Qué decir. Cuantos buenos momentos ha pasado ahí el simekiero. Lugar de entrenamiento, de prácticas, de poner a prueba teorías simekieriles, de risas, de buenas amistades, de bailoteos, de noches cortas y tragos largos, de noches largas y tragos cortos, de conversaciones que jamás existieron, de miradas de curiosidad, de deseo, de interrogación, de complicidad, de besos y abrazos, de colas interminables en los lavabos,... y las que nos quedan... de noches y de colas.

Porque aún nos queda cuerda para echar el cierre a este negocio.

Adiós Xàtiva.

Hasta la próxima.


Love u.

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